viernes, 13 de enero de 2012

Encuentro de dos mundos


El aventurero francés Villegaignon creyó descubrir un nuevo mundo cuando en 1555 desembarcó en el actual Brasil. En su viaje de regreso llevó consigo a dos nativos para deslumbrarlos con los prodigios de la civilización europea. Llegados a Francia, fueron conducidos ante la presencia del Rey Carlos IX, que para entonces no tenía más de 18 años. Se les mostraron a los recién llegados las famosas catedrales, los suntuosos palacios, las calles repletas en los alrededores de los mercados, y el Rey les habló un largo rato sobre las maneras cortesanas. Pese a los esfuerzos del monarca y sus ministros por despertar el asombro de los caníbales (tal habían sido catalogados), no conseguían romper un cierto halo de estoica imperturbabilidad que envolvía a los visitantes. 
Como veían los nobles que el rey se revolvía incómodo en su ornado trono, uno se adelantó e interrogó a los caníbales sobre qué les habían parecido las maravillas que se les mostraron. Impasibles, contestaron que solamente dos cosas les habían llamado la atención. La primera, que habiendo tantos hombre fornidos y bien armados (se referían a los guardias reales), estos se sometieran a la autoridad de un niño (en clara alusión al joven Carlos) y no se eligiera a uno de ellos para rey. La segunda, les extrañaba que habiendo en los palacios tantas personas exuberantemente ricas y tan llenas de comodidades, hubiera en las calles gente mendigando para comer, sumidos en la más grande miseria, harapientamente esqueléticos; y que, siendo tales, tolerasen tanta injusticia “y no asiesen a los otros por el cuello y les quemaran sus casas”.
Al escuchar esto, Villegaignon seguramente confirmó sus sospechas: Las tierras por él visitadas eran un Nuevo Mundo… ¡y vaya mundo nuevo!

6 comentarios:

  1. En su inocencia, los integrantes del nuevo mundo miraron mas alla de las cosas materiales,y con su reflexion demostraron que la humildad es una virtud que eleva al ser humano ante aquellos que solo pueden percibir las riquezas materiales...

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    1. Así es amor, como decía El Principito, "Lo escencial es invisible a los ojos". Los europeos se consideraban solamente a ellos seres humanos; el resto (americanos, asiáticos, africanos)éramos para ellos especies de homúnculos o infra-hombres, mitad humanos mitad bestias. Hoy en día la cuestión no ha cambiado mucho, pero cada tanto les damos algunas lecciones de humildad!
      Gracias por estar siempre!

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  2. Y no es necesario cruzar océanos para descubrir nuevos mundos o para que dos mundos se encuentren. Con mirar al vecino, a un pariente o al prójimo, podemos descubrir nuevos mundos, admirarlos, aprender de ellos, y sobre todo, respetarlos. Lo que está ante nuestras narices todo el tiempo no es lo único que existe, ni lo único acertado o correcto. Qué bueno es cuando podemos observar lo que nos rodea desde otra perspectiva. Qué bueno es tener la mente siempre abierta.

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    1. ¡Exactamente, esa es la cuestión! Muchas veces el estar sumidos en la cotidianidad nos impide tomar distancia, salirnos de lo habitual, y mirar el mundo de un modo diferente. Es necesario cierto extrañamiento, un mirar en perspectiva, para, como diría Enrique Dussel, quitar las “capas encubridoras” y recobrar el sentido originario de las cosas y las costumbres. La filosofía nace justamente ahí, ante las situaciones límites, ante el asombro, la duda, y la “pro-vocación” del otro, es decir, el llamado (verbal o no) de un alter ego. En verdad hay mucho caso para hacer de las palabras de los “caníbales” americanos, no tanto porque ellos hayan sido depositarios de una sabiduría esclarecida, cuanto porque se trataba de la mirada de unos extraños, de unos recién llegados que, justamente por su extrañamiento, pueden ver en perspectiva lo que los franceses tenían en sus narices y no captaban. La desigualdad de las clases se había convertido en algo habitual (incorporado a los hábitos de los franceses) y normal (contemplado por las normas sociales, políticas, jurídicas y hasta religiosas), y por lo tanto, a-problemático.
      Los franceses tardaron 200 años en darse cuenta de la tamaña injusticia social que reinaba en su sociedad, y que los americanos habían podido entender en un primer golpe de vista; no porque los franceses fueses tontos, sino porque esa situación extrema era el fruto de un largo proceso que lentamente había ido ensanchando la brecha entre nobles ricos y plebeyos pobres.
      Preguntémonos, si hoy viniesen a nuestra sociedad global un par de “recién llegados”, ¿verían algo diferente de lo que vieron los caníbales? ¿No siguen presentes acaso las desigualdades escandalosas dividiendo nuestras sociedades? ¿No existen acaso pequeños grupos de privilegiados que ostentan obscenamente toda clase de riquezas y comodidades mientras una gran parte de la humanidad sufre de hambre y demás privaciones? ¿No creen que se asombrarían al ver la masa de indigentes tan impávidos, al ver cómo aceptan con resignación franciscana la miseria en la que se encuentran en lugar de tomar por el cuello a los bribones acaparadores y quemarles sus casas?
      ¡Muchas gracias por el comentario!,
      (familia, esa es la onda eh!)

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  3. El texto está muy bueno, si me permites Mariano lo voy a utilizar en una materia que se llama Cultura y Comunicación, en un segmento que se llama precisamente "¿Encuentro o choque de culturas?". Gracias por el aporte

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  4. Hola amigo Cristian. ¡Muchas gracias por tu tiempo y tus comentarios! Desde ya que no necesitas ningún permiso de mi parte, pues mi deseo es compartir con todos uds mis toscas palabras. Igualmente, como el título del blog lo indica, lo que hago en él es recopilar hechos (reales, ficticios, o mezcla de ambos) y relatarlos a mi modo. Este hecho en particular (la comparecencia de dos caníbales ante el trono de Carlos IX), lo encontré referido alguna vez en un ensayo de Montaigne, y aquí lo cuento agregándole datos, detalles y reflexiones de mi cosecha.
    Para mí siempre es un placer dialogar con vos ya que jamás dejo de aprender algo de nuestras charlas. ¡Saludos!

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