lunes, 19 de marzo de 2012

Meditatio mortis III



“Dicen que aquel que bebe, por siempre se condena.
Si es cierto que al que gusta del placer y del vino
condenan al Infierno, has de encontrar un día
el Edén liso como la palma de la mano.”
                                               (Omar Kheyyam)                              

         Si el infierno es similar para todas las culturas (lugar de sufrimientos más o menos mitigados o cruentos), de su contraparte no puede decirse lo mismo, ya que hay tantos Paraísos como creyentes sobre el mundo.
El Valhalla de los nórdicos es el lugar al que son conducidos los guerreros caídos en batalla, guiados por las hermosas Walkirias de rojizos cabellos. Allí son bien recibidos por un dios poeta, y se entretienen en festines en los que jamás escasean el hidromiel, los jabalíes asados y las frutas exóticas. Antes y después, los valientes aliados de Odín se la pasan guerreando entre sí, preparándose de ese modo para el Ragnarok.
En los Campos Elíseos los héroes y sabios griegos disfrutan dichosos de largas caminatas por verdes prados salpicados de coloridas flores. Allí charlan amenamente sobre el decurso de los asuntos humanos, entre árboles frutales y ríos de miel y leche. Tampoco faltan los ricos banquetes en el cielo musulmán, en el que setenta y cinco huríes de bellos ojos aguardan a cada uno de los muertos muslimes, para regalarles eternidades de sensuales disfrutes (Bendito sea Allah en su grandeza, y que la gracia sea con el Profeta Muhammad). 
En el cristianismo, luego de rechazar la teoría de la apocatástasis propuesta por Orígenes, los santos padres de la Iglesia discutieron frenéticamente intentando develar la siguiente pregunta: "¿En qué consiste el Paraíso?" Tras siglos de debates meticulosos, y entrada ya la era tomista, los popes del cristianismo lograron acordar que el Cielo debía consistir en el mayor bien imaginable. Difícil es explicar en pocas líneas porqué, pero les pareció a éstos que el súmmum bonum sólo podría lograrse en la eterna contemplación de Dios, hecho al que denominaron “visión beatífica”.
El Cielo cristiano, más que un lugar, es la plenitud  de comunión con Dios en un estado supremo y definitivo de dicha; pero en el que no habrá, según lo dice el catecismo, ni grandes y eternos festines, ni charlas amenas, ni huríes de grandes ojos, ni reencuentros con amigos o parientes. (Podría uno preguntarse entonces, sin ofender al catecismo, cómo podrá cumplir Jesús la promesa que recuerda Lucas en su evangelio allá por el capítulo 22, versículo 30, sin contradecir a tanto Concilio).
El presbítero Antonio Orozco Delclós en su escrito ¿Cómo será la eternidad? afirma que “A gentes poco ilustradas se les puede antojar algo monótono pasar la eternidad contemplando –simplemente contemplando– a Dios”. Y la verdad que, visto así, me declaró gente poco ilustrada, y reconozco que me sería monótono pasar la eternidad simplemente contemplando algo, lo que fuera que sea. Monseñor Alonso del Portillo resulta aún más lapidario cuando sostiene que “Cuando demos el gran salto, Dios nos esperará para darnos un abrazo bien fuerte, para que contemplemos su rostro para siempre, para siempre, para siempre”. Como si un solo “para siempre” no bastara para torturar al intelecto.
Lo dicho al comienzo se sostiene, hay tantos cielos como gentes; y si me es dado elegir alguno, me plegaría sin el menor atisbo de duda alguna a lo que cantan los siguientes versos del poeta amigo que nos viene acompañando, pues no cabe cielo mejor que me satisfaga más:

            “Unas gotas de vino del color del rubí,
             un pedazo de pan, un buen libro de versos
             y tú, en un solitario lugar, son más valiosos
             para mí que todos los reinos de los sultanes”

2 comentarios:

  1. Muy interesante entrada. Quizás te interese una entrada de mi blog en la que escribo algo bastante relacionado con todo esto: http://quevidaesta2010.blogspot.com.es/2010/07/diario-de-un-pesimista.html

    Lo dicho: buena entrada, y buen blog.

    Un saludo.

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  2. Hola, muchas gracias por tus lindas palabras. Leí tu blog y me resultó muy interesante! Además me dejó dando vueltas por varias ideas que me gustaría trabajarlas más adelante. Bienvenido y espero que podamos continuar con el intercambio de pensamientos para construir pequeños instantes de disfrute, por más efímeros que parezcan. Gracias!

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