lunes, 6 de febrero de 2012

Las flechas del tiempo


La Naturaleza parece acomodarse bien a una concepción cíclica del tiempo. Al trajinado día le sucede la serena noche, y a esta, de nuevo el día. Luego del cansino otoño sobreviene el frío invierno, y después la fecunda primavera nace para dar paso al cálido verano, y así de nuevo cada año. Las fases de la luna se presentan en ciclos (llena, menguante, nueva, creciente y vuelta a empezar), así como las mareas de los océanos, la floración de los campos y la fertilidad de las mujeres. La vida de todo ser vivo es un círculo perpetuo en que cada individuo nace, crece, se reproduce y muere, para dar lugar a otros nuevos que inexorablemente cumplirán con el mismo ciclo vital.
La idea de un tiempo cíclico parecía la más natural, la más adecuada, y fue esta percepción la que primó durante millones de años, desde que esas regularidades señaladas (y otras no tan evidentes) le fueron familiares al hombre.
Era lógico entonces que esta visión tan arraigada en lo más profundo de la mente humana chocara violentamente con una idea totalmente disímil sobre el tiempo. Esto aconteció cuando confluyeron en un punto geográfico las tradiciones indoeuropea y judeocristiana. En la primera se había forjado la filosofía como vía regia para conducirse hacia el saber. En la segunda, estaba naciendo el cuerpo doctrinario de una religión basada en la Revelación hecha por un Dios a su pueblo, mediante la cual transmitía determinadas verdades que revestían un carácter incuestionable.
Algunas de esas verdades, difíciles de aceptar por el agudo razonamiento de los filósofos versaban, entre otras cosas, sobre la existencia de un Dios Trino, sobre la creación desde la nada, sobre la humanidad y divinidad simultáneas de una persona, y también sobre el principio y el final de los tiempos (El tiempo, para los judeocristianos, podía ser representado por un segmento de recta que posee principio –el Génesis- y final –el Apocalipsis-).
“¿Qué hacía Dios antes de crear el tiempo?” se preguntaban (no sin cierta picardía) algunos gentiles, “Preparaba un castigo para los que hacen esa pregunta” respondían (no sin cierta impaciencia) algunos cristianos . Pero hubo alguien que se tomó en serio el asunto. Aurelio Agustín, era un converso al cristianismo que en su disipada juventud había militado en el maniqueísmo, y conocía a la perfección la filosofía grecolatina. San Agustín meditaba más o menos así: El pasado no es, pues ya ha dejado de ser, no existe. El futuro tampoco es, pues todavía no advino, tampoco existe. El presente es una línea imaginaria entre el pasado, que ya no existe, y el futuro, que todavía no existe; el presente es un fantasma de fantasmas. Y si el hombre viviera solamente en el presente, este dejaría de ser tiempo y se convertiría en inmóvil eternidad; para ser tiempo y no eternidad, es necesario que el presente transcurra instantáneamente desde el “todavía no” al “ya no”.
Abrumado, Agustín de Tagaste concluía lo que cualquiera en su sano juicio se ve obligado a repetir: "¿Qué es, pues, el tiempo? Si nadie me lo pregunta, lo sé; pero si trato de explicárselo a quien me lo pregunta, no lo sé."



1 comentario:

  1. Es muy difícil definir la palabra TIEMPO ya que según la mirada, las diferentes concepciones hay diferentes perspectivas. En lo personal me gustaría aportar que desde la HISTORIA la definición de este termino es muy importante, y muy complejo, difícil de definir.La historia tiene una estrecha relación con palabras tales como tiempo-espacio. Tal relación tiene su fundamento porque sin tiempo y espacio el hombre no podría haber hecho historia.La historia tradicional identifica el tiempo histórico con Cronología. La concepción de tiempo que se tiene en la Historia es muy diferente al de la filosofía;ya que lo hace equivalente a lo que tiene relación con los cambios que se dan en el tiempo, mientras que en la filosofía el tiempo hace alusión a la esencia o permanencia.
    El historiador francés y miembro de la Escuela de los Annales,Fernand Braudel, hace su aporte sobre el Tiempo histórico y lo divide en tres niveles, ya que para el los ritmos de transformación son distintos y los divide como: Larga Duración (cuya estabilidad de los cambios es muy grande), Coyuntura (estado intermedio donde los cambios son perceptibles)y Acontecimentos (lo mas visible pero lo menos significativo). Por ultimo cierro con una frase alusiva de Tales de Mileto (624 AC-546 AC)quien dijo sobre el tiempo:''Si buscas una buena solución y no la encuentras, consulta al tiempo, puesto que el tiempo es la máxima sabiduría''

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